miércoles, 19 de agosto de 2009

La ermita y monte de Carceña

Antes de continuar nuestro periplo hacia el oeste retrocedemos un tanto hacia nuestra zona de partida hasta el monte Carceña, situado entre los municipios de Santa María de Cayón, Castañeda y Villaescusa.

Aproximadamente a un kilómetros desde la localidad de La Penilla, y a unos 300 metros de altitud se localiza la minúscula ermita de San miguel de Carceña, en un agradable paraje desde cuyas cercanías puede contemplarse incluso el mar.



Esta ermita lleva aparejada su leyenda, segun la cual dos pastores se extrañaron de un toro que escarbaba insistentemente en un lugar. Al acercarse descubrieron enterrado una imagen de San Miguel, supuestamente enterrado por los cristianos que huían de la invasión agarena.

A raiz del hecho se decidió levantar un templo decicado al arcángel, pero en un lugar más adecuado al acceso de los creyentes. No obstante, y una vez empezada la construcción, insistentemente los materiales desaparecían y volvían a aparecer en el lugar de la aparición original, lo que definitivamente fue tomado por un signo de que allí era donde debía edificarse la ermita. Como vemos, una leyenda similar a la extendida por otros lugares.

El edificio ha sido objeto de una reciente restauración, así lucía hace algunos años.


Con todo, el propio monte lleva asociada una tradición aún más interesante. Aunque cueste creerlo, estos montes que hoy son pago casi exclusivo del invasor eucalipto, fueron hace cientos de años soporte de extensos robledales, que fueron usados masivamente para la construcción de buques.
Cuenta la tradición que en 1248, durante el asalto a la cuidad de Sevilla desde el Guadalquivir, era paso fundamental la rotura de las cadenas que cerraban el acceso a la ciudad. La nao capitana, gobernada por el Almirante Bonifaz (por cierto, de origen disputado entre Cantabria y Burgos) fracasó en su intento de destrozar la barrera.
Como última tentativa, se lanzó a la nave Carceña, llamada así precisamente por estar construida con madera de estos bosques, a toda velocidad contra el encadenado, que no fue capaz de resistir ante tal embate, tal era la calidad del roble extraido de estas tierras.
Nada o casi nada queda ya de esto, salvo la memoria. De hecho, un buen trecho del monte Carceña parece que va a acabar convirtiendose en vertedero de residuos inertes.
Acceso tanto desde La Cueva, como desde La Penilla:

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