viernes, 18 de junio de 2010

Ruta de senderismo: El Monte Corona

Sorprende encontrar, en esta costa cantábrica tan maltratada y aún así tan hermosa, un paraje a tan sólo 3 kilómetros del mar, en el que pueden contemplarse laderas cubiertas de excelentes ejemplares de robles y hayas.

Dificultad: Normal
Orientación (sin GPS con track o cartografía): fácil
Belleza: Alta
Tiempo: 3,5 horas (13,5 KM).


Situación.

Desde Santander tomamos la A-8 hasta la salida de Cabezón de la Sal y Comillas. Atravesamos esta última localidad en dirección a San Vicente de la Barquera. Poco después de superar el campo de fútbol tomamos la carretera que a mano izquierda conduce en unos 3 kilómetros a Rioturbio, tras cruzar la ría de la Rabia. Al llegar al pueblo y pasar junto a la iglesia tomamos la calle de la derecha que pasa junto a un pilón y a una casa montañesa con arcadas. Aquí aparcamos el vehículo.

Puntos de Interés
Bosque de ribera. Bosque autóctono. Entorno de las ermitas de San Antonio y de San Esteban. Vistas desde la ermita de San Esteban.

Descripción de la Ruta
La ruta que se va a describir nos permite acercarnos al singular entorno del monte Corona, un enclave a apenas unos kilómetros del mar que aún conserva buenas manchas de bosque autóctono. Sucesivas repoblaciones han contribuido a dar un mayor encanto al lugar, que además puede presumir de unas excelentes vistas del parque Natural de Oyambre desde su parte alta.

Comenzamos a andar por una ancha pista que será nota común en todo el recorrido. En el primer tramo avanzamos en paralelo al Río Turbio, que en realidad es más bien un arroyo denominado también con el curioso nombre de Richurrichas, que queda a nuestra derecha.

Mientras avanzamos por este tramo de apenas pendiente disfrutamos de la enorme variedad del bosque de ribera, en donde se distinguen entre muchos otros chopos, alisos, avellanos y castaños. Los eucaliptos dominan ambas laderas, si bien se aprecia un proceso de progresiva eliminación de los mismos.

Avanzamos así casi dos kilómetros hasta un cruce muy marcado. Tomados la opción derecha, recordando que regresaremos por el otro al completar el tramo circular. Poco después cruzamos el arroyo y nos internamos en la parte más interesante del bosque.

Dominan hayas y robles, algunos de muy bien tamaño, acompañados de manchas de diferentes coníferas fruto de antiguas repoblaciones. La parte mala es que la pendiente ascendente es fuerte, aunque bastante soportable.

Tras cuatro kilómetros de recorrido total alcanzamos un pequeño merendero, que se sitúa a la derecha, bastante difícil de localizar entre la vegetación, y que está situado junto a unos cuantos ejemplares de roble de notable altura.


Prácticamente al lado se sitúa otro marcado cruce. Siguiendo hacia la derecha nos acercamos al bonito entorno de la ermita de San Antonio, que está apenas a unos 500 metros. La ermita, sin excesivo valor artístico, puede presumir de una bonita área de esparcimiento, en la que pueden destacarse unos esbeltos cipreses y unos robustos ejemplares de pino. El edificio data del siglo XVII, y cada año el 13 de Junio los vecinos de Caviedes siguen subiendo la imagen del santo, que ahora se conserva en el pueblo.



Regresamos al anterior cruce y seguimos ascendiendo, aunque ahora ante una pendiente mucho más llevadera. Esta pista presenta síntomas de que va a ser asfaltada próximamente. Empezamos a ver a nuestra derecha las primeras panorámicas de la costa, mientras que al poco llegamos a dos cruces consecutivos en los que tomaremos siempre la opción de la izquierda.
Mientras seguimos descubriendo perspectivas cada vez más amplias de la costa, llegamos a un punto en el que aparece una gran mancha de robles, y al final de la misma el picón en el que se levanta la ermita de San Esteban.

Una serie de curvas nos conducen a este robledal, rechazando un nuevo camino a la derecha. Deberemos afrontar un último tramo duro de ascenso y llegamos a la pista asfaltada que conduce a la ermita, bajo la sombra de una gran torreta de vigilancia forestal. Llevamos más de 8 kilómetros de recorrido.

Algo más de un kilómetro nos separa del edificio, espacio que recorreremos siguiendo esta pista. En el avance podemos destacar la existencia de grandes ejemplares de roble americano (a nuestra derecha y en la proximidad de un área recreativa) y buena cantidad de abetos (a nuestra izquierda).

Un vallado de madera con un variado muestrario de árboles nos indica la proximidad de la ermita, que alcanzamos enseguida tras una pequeña cuesta final. En el bonito entorno de este humilde edificio destaca un precioso mirador que, dependiendo de la climatología, nos permitirá disfrutar de excelentes vistas de Comillas, la playa y ría de Oyambre, la costa occidental y los picos de Europa. Estamos en el kilómetro 9 y medio.



Dejamos este lugar, idóneo para un pequeño descanso, bajando hasta el cartel explicativo y tomando el camino que, mirando hacia ermita, queda a nuestra derecha. Atravesamos un último tramo boscoso (volvemos a rechazar un nuevo camino a la derecha) pero enseguida alcanzamos una amplia zona despejada (al menos cuando se escriben estas líneas) que parece indicar un intento por ir eliminando las áreas dominadas por el eucalipto.




Descendemos muy bruscamente, mientras que a nuestra espalda va quedando cada vez más lejos el perfil de la ermita. Al frente un nuevo e interesante bosquete de robles. Rechazaremos un nuevo cruce a la derecha y acabamos llegando, tras unas cuantas curvas cerradas, hasta el cruce inicial del fondo del valle. Desde aquí basta con desandar los dos kilómetros iniciales hasta alcanzar nuestro vehículo.

Comentarios

La ruta es relativamente sencilla, salvo por algunos tramos ascendentes que en todo caso no resultan muy duros. El avance es por pista, lo que lo hace adecuada para la bicicleta de montaña si estamos acostumbrados a su uso.
Para orientarse basta con seguir el camino más marcado y en caso de duda tomar siempre el de la izquierda (salvo en el primero).

Es muy importante seleccionar un día lo más despejado posible, ya que en caso contrario nos perderemos las excelentes vistas, que pueden ser lo más destacado del trayecto. En todo caso, y aunque tenemos unos cuantos tramos sombreados, es preferible escoger un día que no sea excesivamente caluroso. No disponemos de fuentes en el recorrido.

Para los más perezosos existe la opción de acceder a la ermita de San Esteban y su mirador desde La Ayuela, lugar situado a medio camino de la carretera que une Cabezón de la Sal y Comillas.
Track:

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