Siguiendo con mi periplo, también decidí subir al Mirador de Peña Cabarga, que sin duda es el más completo de Cantabria.
Para acceder, desde Santander, debemos salir en dirección Bilbao por la S-10 y tras pasar Astillero tomar la antigua N-635 para, poco antes de Heras tomar el cruce señalizado a la derecha que nos lleva a lo alto de la montaña. Tras una empinada cuesta caracterizada por el paisaje kárstico y el bosque de carrascas llegamos a la cumbre. Tenemos la opción gratuita de vistas desde el aparcamiento o acceder a la estructura del mirador dotado con cámara oscura (mas info al respecto).
En todo caso las vistas son excepcionales, y como suele ocurrir, las fotos no hacen justicia al lugar, especialmente si, como es mi caso, se usa una cámara normalita y el autor no es un experto.
En primer término, hacia el norte, la bahía, con todo el perfil de Santander y la península de la Magdalena. Adicionalmente podemos disfrutar de la vista, si las nubes lo permiten, de un largo perímetro costero.
Hacia el oeste, se vislumbran si difultad los picos de Europa y otras sierras aledañas. En primer término todo el macizo de Peña cabarga, declarado parque natural y en cuya parte inferior se sitúa Cabárceno.
Y hacia el sur, pese a que la foto está un poco perjudicada por el sol, tenemos casi en primer plano los picos del macizo cantábrico-burgalés.
En todo caso las vistas son excepcionales, y como suele ocurrir, las fotos no hacen justicia al lugar, especialmente si, como es mi caso, se usa una cámara normalita y el autor no es un experto.
En primer término, hacia el norte, la bahía, con todo el perfil de Santander y la península de la Magdalena. Adicionalmente podemos disfrutar de la vista, si las nubes lo permiten, de un largo perímetro costero.
Hacia el oeste, se vislumbran si difultad los picos de Europa y otras sierras aledañas. En primer término todo el macizo de Peña cabarga, declarado parque natural y en cuya parte inferior se sitúa Cabárceno.
Y hacia el sur, pese a que la foto está un poco perjudicada por el sol, tenemos casi en primer plano los picos del macizo cantábrico-burgalés.
El libro electrónico se hizo real en una tarde santanderina, en una plaza de vocación decimonónica, en un ambiente de olas y gaviotas, en una realidad irreal de tiempos pasados a los que las líneas de palabras luminosas de corazón digital situó en pleno siglo XXI respirando siglo XIX. He sido testigo, y así lo cuento
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