jueves, 21 de mayo de 2009

Miguel Ángel Revilla

Hablar de Cantabria y no hablar de Revilla es prácticamente imposible. Lástima que ultimamente mi vena literaria no esté muy inspirada porque desde el luego el tema tiene miga y da para mucho.

Primero situémonos un poco en el contexto. Revilla es una personalidad que lleva en la primera línea de la política cántabra desde el periodo pre-autonómico, de hecho fue uno de los principales valedores de la uniprovincialidad, a través del partido fundado por el mismo, el Partido Regionalista de Cantabria (PRC).

En las últimas elecciones, (las de 2007 y las de 2003), el PRC ha logrado consolidarse como llave política de modo que el que quiera gobernar tiene que contar con él. De esta manera se llega un punto, que, correctamente manejado, es el ideal con la "baraja autonómica" que nos ha tocado jugar. Esto es, defender los intereses (de verdad) de la propia región sin depender de la imposición de la cabeza de partido en Madrid ni llegar a extermismos identitarios (Revilla manifiesta su españolidad en cuanto tiene ocasión).

El presidente maneja esta situación con una habilidad que es preciso reconocer. Por una parte promueve una imagen pública de campechanía y cercanía a la gente (algunas malas lenguas dicen que no es tan auténtica como parece) , con una simplicidad en el lenguaje que hace, por una parte, que sea conocido por muchas personas fuera de la región (¿cuantos saben de memoria los nombre de los presidentes de Asturias, Murcia o Extremadura?) y, por otra, que caiga bien.
A partir de aquí, Revilla canaliza la fama de su propia persona a difundir las excelencias de Cantabria; no hay entrevista que no esté cargada de "publicidad subliminal".

En lo político, un aspecto quizás menos conocido pero igualmente reseñable, maneja los hilos de la relación con el PSOE, con quien gobierna en coalición, de manera igualmente sutil. Sin aspavientos ni críticas públicas, casi siempre con buenas palabras, pone el peso de sus negociaciones sobre las inversiones y no sobre las transferencias, consiguiendo un ratio de inversión del estado en Cantabria a todas luces considerable, y con rapidez de tramitación en muchos casos sorprendente, como son los casos de la Autovía Cantabira-Meseta, la alta velocidad, la Autopista Dos Mares o la S-30, de la que probablemente hable en otro post.

El caso es que, además, Revilla está consiguiendo apuntarse todos estos méritos, tanto que incluso le está comiendo el terreno político al propio PSOE cuya identidad en la región se está diluyendo poco a poco.

En cuanto a los aspectos negativos, pues la verdad es que a veces resulta un poco cargante con sus conocidas " Revilladas" o exageraciones. De hecho en ciertos sectores a veces se siente cierta verguenza ajena, como cuando se pone como representante de una región a alguien que ha ganado el Gran Hermano. Y, relacionado con lo anterior, cierta pesadez con lo de que Cantabria es la mejor y tiene lo mejor en todo y bla,bla..("a la cabeza de España") que choca con mi sentimiento anti-autonomista.
Fuera de esto, la verdad es que cuesta encontrar argumento sólidos en contra (salvo ciertos indicios de amiguismo, pero no superiores a los que se ven otros lares) y, de hecho, es probable que los defectos encontrados se deban también a la envidia que nos produce tener políticos que realmente defiendan los intereses de la región a la que representan.
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Hasta la semana que viene no habrá mas posts.

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