El tema de los árboles singulares de Cantabria, como en otros lugares, tiene sus luces y sus sombras. En lo primero, sorprende conocer que fue, de lejos, la primera Comunidad Autónoma en legislar la materia, allá por mediados de los 80. Adicionalmente, exsiste toda una página web en la que podemos ver fotos e información sobre todos los especímenes ya catálogados.
En lo negativo, el hecho de que no se da la georeferenciación de los árboles, con lo cual en muchos casos es casi imposible su localización y que, en realidad, la supuesta protección no deja de ser una simple inclusión en un listado, sin medidas reales de cuidado del ejemplar, (salvo casos contados muy simbólicos, mérito más bien de ayuntamientos y vecinos) y una especie de mensaje del tipo "hay que ser buenos" como los que decimos a los niños aun sabiendo que en cuanto nos demos la vuelta la volverán a liar. También se echa en falta alguna publicación con la historia del arbol en relación con su entorno.
Por otro lado, muchos de los árboles se encuentran en fincas privadas de imposible o muy difícil acceso. En todo caso, a mí ya me ha deparado su búsqueda momentos muy gratos en mis paseos por la región, y espero que aún me queden muchos.
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